Deadpool es la primera sorpresa de 2016
Tras fracasos como
el reboot de Los 4 Fantásticos o la fría acogida de Ant-Man, el subgénero de
los superheroes parecía demostrar un cierto cansancio entre el público más
voraz. Por eso, Deadpool sonaba a nuevo fracaso o al menos, a acogida muy tibia
comparado con las grandes sagas del género, pero, no ha sido así, Deadpool se
convierte en la producción +18 más taquillera en su estrenó de toda la
historia.
Ahora, una vez comunicado el éxito rotundo de Deadpool en
taquilla venimos con la cantinela habitual de que éxito de público y calidad no
siempre van de la mano pero ¿y esta vez?
Así podemos decir que quizás este es el mayor logro del film
ya que yendo directamente a los terrenos del cine el resultado no ha sido igual
de acertado. Nos encontramos con cine sin exigencia alguna, con un guion
repetitivo en todo (hasta con sus diálogos) para estimular el gozo fácil del
público. El filme hace constante referencia a otras tantas películas semejantes
para, así, mantener su gancho con el auditorio pero, se remacha en exceso: es
redundante.
El humor también se muestra de manera reiterada mediante el
lenguaje chabacano y es recurrente con la genitalidad masculina, donde la mujer
es relegada a los caprichos del hombre. La acción es un rejuntado de lo mismo:
aquí todo se repite y repite siempre con poca coherencia interna del relato.
Las actuaciones pecan de lo mismo: son iterativas o
machaconas en demasía, por culpa de personajes que solo hacen y dicen lo mismo.
Es cine autorreferencial al cansancio y Marvel no se cansa de mirarse al
espejo.
Lo peor de este filme es que lo vulgar y escatológico
aparecen como expresiones falsas de lo “rupturista” y de lo “provocativo”, para
agradar a un gran público acrítico y eso es demagogia en el manejo de los
conceptos.
Además, Deadpool también de forma repetitiva decide romper la
cuarta pared para entrar en un terreno donde el clasicismo marcado por las
obras de Nolan para Warner o nombres varios para Disney, desaparece, lo que
hace que el film entre más en la línea de obras como Kick-Ass que en la fauna
habitual de superhéroes clásicos incluido los mutantes de FOX. Lo curioso es
que mientras que en el film de Matthew Vaughn (Kick-Ass) ese espíritu rebelde y
gamberro se veía como algo modesto, natural y propio de la obra, aquí acaba
resultando un poco superlativo y más afincado en el caca-culo-pedo-pis de risa
fácil para las mentes planas que otra cosa. Donde en la obra de Vaughn veíamos
pluma ácida, en la de Miller vemos a un guionista de Telecinco. En una veíamos
sutileza de ideas y en otra, simpleza de lo grosero.
Pero aún así y tras este duro párrafo que nadie se lleve a
engaños ya que, Deadpool es un trabajo muy interesante en la mayoría de sus
apartados, un trabajo valiente y con un enfoque muy distinto al habitual, una
obra posiblemente fundacional que se adelanta a los gamberros de Suicide Squad
como obra clave de la transgresión en el cómic fílmico. Lo único es que quizás
un estreno en la época de la movida madrileña le hubiese dado ese aire de
pureza y naturalidad que hoy día en cambio se puede llegar a ver como un simple
postizo afincado en el morbo habitual que llega demasiado tarde para
escandalizar en vez de avergonzar.
Tim Miller, el directo del film, ha llevado a escena el que
posiblemente sea el héroe más salvaje, amoral o incorrecto de los vistos hasta
ahora. Fue creación de Marvel, bajo cuyo sello nos llega ahora la película, y
saltó a la vida pública como copia descarada de otro superhéroe de la
competencia (DC Comics), a quien llamaban Deathstroke. Dicha copia
desvergonzada se manifiesta con las características de ambos personajes e,
incluso, con la estética de ambas historietas. El nombre real de Deadpool es
Wade Wilson, mientras que el de Deathstroke es Slade Wilson.
Deadpool es la primera sorpresa de 2016
Reviewed by Maya
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miércoles, marzo 09, 2016
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